Una dinámica exclusiva del ballet

Cuanto más profundizo en el ballet, como estilo de danza que amo y que me ha acompañado desde que aprendí a caminar, más evidente se hace lo compleja y rigurosa que es esta disciplina con el cuerpo humano. Es como si fuera una inteligencia adicional a la del cerebro para cada una de las partes que componen la correcta postura corporal del bailarín. 

Si retomamos los principios básicos de la danza clásica encontramos muchas destrezas y habilidades que se requieren para el desarrollo de una buena técnica, pero en general casi todas ellas podemos encontrarlas en otros deportes o actividades físicas. Por ejemplo, la fuerza, la sensación de ingravidez en los saltos, el equilibrio y el control del cuerpo en los movimientos, la suavidad y precisión en las posturas, entre otros… pero cuando llegamos al tema de la rotación nos enfrentamos a algo único y muy especial.

La técnica del ballet enfatiza en una postura particular donde el cuerpo del bailarín mantiene una perpendicularidad del torso para fluir en su eje vertical. Es necesario entonces que haya una alineación centrada que permita un máximo de estabilidad y a la vez facilidad en la ejecución del movimiento. 

Suena bien, pero adicional a esto, es fundamental la rotación externa de las piernas, más conocida como turn out en inglés y en dehors en francés; es un código internacional de la técnica. Consiste en que cada pierna debe ser rotada hacia afuera desde la articulación de la cadera; logrando así las 5 posiciones específicas del ballet de las cuales se derivan todas las otras ejecuciones de pasos y movimientos. (Primera, segunda, tercera, cuarta y quinta posición) todas ellas compuestas por esa rotación específica de las piernas y en lo posible llevada a su máxima posibilidad. 

¿Por qué la adopción de una postura tan particular para esta danza?

En el libro «La historia del ballet y la danza moderna» de Abad Carlés Pag 31 dice:

«Se ha mantenido durante años que el en dehors permite una mayor movilidad de las piernas de manera independiente respecto al torso. Esta razón de tipo anatómico quizás no tuviera mucho peso en la época de Luis XIV, cuando no parece que las piernas fueran levantadas o utilizadas de la manera en que iban a serlo con posterioridad. Existen, por ello, dos razones más que parecen justificar su aparición.

La primera tendría que ver con la nueva relación espacial de los bailarines. El en dehors permitiría una visión en ángulo sobre el escenario, de manera que el espectador podría apreciar mejor los pasos desde múltiples puntos de visión. La tercera razón, aunque un tanto menos histórica o anatómica, bien podría ser la verdadera causa de esta técnica, y estaría relacionada con los zapatos que monarca y cortesanos exhibían en los espectáculos, con sus tacones de plata que debían ser lucidos y, sobre todo, apreciados por los espectadores. Esta tercera causa sería entonces de índole estética, y es más posible que una amalgama de todas ellas haya tenido que ver con la conservación de tales en la práctica de la danza hasta nuestros días. A favor o en contra el en dehors sigue siendo el principio fundamental que rige la enseñanza de la danza clásica en nuestros días.»

Para mí, que soy bailarina, se vuelve algo casi que obvio y natural después de tantos años; tanto así que, solo al caminar puedes detectar este principio arraigado en mi cuerpo. 

Como un pingüino

Pero como profesora me he enfrentado a la gran labor de transmitirlo; enseñarle a mis alumnas para que se vuelva una sensación habitual y bien lograda. Y, me he dado cuenta que, no puedo hacerles una referencia cotidiana de este principio con nada parecido; tal vez utilizando analogías de pararse o caminar como un pingüino, lo cual hago con las más pequeñas cuando es el momento de comenzar con este tema. Casi siempre funciona, pero ¿dónde más se utiliza la rotación de piernas? ¿es algo que puedas desarrollar y practicar en otra clase o en otro deporte?

Tal vez algunos encuentren alguna similitud en otras disciplinas, pero con mi experiencia he concluido que la rotación – como fundamento de la danza clásica –, es exclusivo de esta y es ¡un gran reto! Y que es en el salón de clase, entrenando con constancia, bajo la instrucción del profesor y el trabajo complementario de preparación física del bailarín, que se puede desarrollar y lograr esta gran habilidad. 

Definitivamente es algo que cuesta tanto trabajo y preparación. Algunas veces se logra más fácilmente porque el bailarín es bendecido con una anatomía prodigiosa para esta danza; vale la pena ser resaltado. Y más sabiendo por experiencia propia que puede desarrollarse con el debido entrenamiento y dedicación. Entonces, ¿cómo no amar cada día más el ballet? Siendo este una danza de tanta complejidad y belleza.

Rotación Ballet

En la danza llamamos rotación a la rotación externa. Es una clase de movimiento articular que, en el ballet se atiende especialmente a la articulación de la cadera; donde la cabeza del fémur gira hacia afuera gracias a los músculos aductores y el grupo muscular del ‘manguito rotador’.

En todos los movimientos del ballet es necesario controlar la musculatura para lograr la rotación máxima de acuerdo a cada cuerpo.

Escrito por: Pauchi Calderón
Artista, diseñadora, bailarina
Cabecera ilustrado por: Ana María Alzate
Cuerpo del texto ilustrado por: Pauchi Calderón

Posted by:Acento Ballet

Revista digital de ballet.

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